Terror en el Arte

¿Existe alguna pieza de arte en el mundo que pueda inspirar terror o cualquier sentimiento negativo cuando se le observa?

Cualquiera puede decir: “La Belleza está en el ojo de quien observa”: Esto también es cierto para su opuesto: la Fealdad, o en su defecto cualquier categoría subjetiva, en este caso también Terror. Así que dependerá por completo de lo que percibimos como terrorífico o lo que pueda provocarnos un sentimiento negativo.

Todos los ejemplos aquí expuestos apuntan al arte plástico, dejando de lado otras expresiones de artísticas. Es obvio que el terror también está presente en la arquitectura -como parte del arte plástico-, la literatura, las artes escénicas y la música de igual manera.

Soldados asirios empalando hebreos tras la toma de Lakhish (siglo VII a.C.)

El terror fue en principio usado en el arte por las diversas civilizaciones para controlar primero a sus propia población, y después, para controlar a los enemigos, como lo demuestra este bajorrelieve de Asiria. Por ello mismo, los hebreos tomaron los símbolos asirios para representar el Fin del Mundo.

“No dejé a ni uno solo. Joven o viejo. Con los cuerpos hice cubrir las anchas calles de la ciudad”.

– Senaquerib

Luego, en la Edad Media, el terror fue explotado para adoctrinar a la población y seguir controlándolos valiéndose de eventos como las guerras, las plagas, la muerte de un rey o el fracaso en las cosechas para asegurar la obediencia a Roma. Políticamente y militarmente el Imperio Romano ya había caído, pero aún seguía económicamente unido por la religión. Las mejores obras de arte se muestran al exterior de iglesias románicas representando todo tipo de infortunios sufridos por almas pecadoras. Debemos considerar la sentencia dictada en Las Escrituras: el Reino de Dios dura mil años, y está a punto de expirar, así que hay visiones apocalípticas por todas partes para asegurar la obediencia y grandes donaciones.

Capitel en St. Pierre de Chauvigny. (siglo XI)

El Renacimiento trajo una perspectiva humana, mas con el surgimiento del Protestantismo, muchos artistas comenzaron de nuevo a representar una versión renovada del arte moralista medieval, como el Bosco.

No observaremos nada significativo en este rubro hasta el siglo XIX, cuando los artistas comienzan a realizar “Arte por el Arte”, apartándolo de la Iglesia y del Estado, justo como Hegel apuntó como “La Muerte del Arte”. Así que ésta es la primera vez que los artistas podían verdaderamente expresar lo que sentían y lo que temían. Se cuentan numerosos ejemplos de ello, como Saturno devorando a sus hijos y la serie Desastres de la guerra, las dos obras de Goya; o El Grito y Ansiedad, ambas de Edvard Munch. En realidad, durante el siglo XIX se da una escalada de tensión y miedo dados por el caos y las confrontaciones vividas tras la decapitación de Luis XVI, que se incrementan por la toma de poder de la burguesía, su Revolución Industrial, y finalmente, la necesidad que tendrían los jefes de Estado de crear un significado simbólico nuevo con el fin de permanecer en el poder y no perder también sus cabezas. Esto es el Nacionalismo.

El punto culminante de esta montaña rusa emocional en el arte fue el Expresionismo Alemán, donde las batallas más crudas fueron libradas, la pobreza y la desesperación convivían entre la gente. Algo que nos dejó el Romanticismo fue ver el mundo de manera subjetiva, y es la principal razón de la cantidad de gente representada. Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, la mayoría se llenó de júbilo de tener una gran guerra tecnológica para limpiar la Tierra y tener un nuevo comienzo. Sin embargo, tras dos largos años de destrucción y prácticamente ningún progreso, la integridad la entereza se derrumbó.

Como historiadora del arte, podría decir que la serie completa de La Guerra (Der Krieg) de Otto Dix condensa todo el terror y el miedo sentido por cualquiera involucrado en la guerra, algo que a los soldados se les programa para nunca mostrar; pero también representa todas las emociones sentidas por casi todo aquel que estuvo o no participando activamente en esta horrenda guerra. Fue la primera vez que toda la tecnología industrial y química hasta entonces desarrollada fue utilizada. Esto no fue sólo una amenaza apocalíptica, esto era el mismísimo Apocalipsis.

Otto Dix. El Soldado Herido. 1916. (serie La Guerra)

Más tarde en el siglo XX, hay numerosos artistas que tratan de representar el terror en un ambiente muy seguro, como varios de la tendencia del Body Art trabajando con el tema del dolor infligido en el cuerpo, o los artistas conceptuales anulando nuestra existencia. Ts probable que sea aquí donde el terror reside ahora: en la negación de los seres humanos, retratando cuerpos humanos como objetos o viceversa, como en el filme Salò. Esto es algo en lo que no queremos pensar, o rápidamente lo llamamos perverso. Mas no pensar en ello o pretendiendo que es otra cosa sólo demuestra que le tenemos un inmenso miedo.

Por último, el arte sólo semeja lo que pensamos y sentimos, y la obras de terror son sólo efectivas si el espectador es sensible a ellas. Algunas piezas hechas con sangre son nada más asquerosas, como con el color de las pinturas que hizo Rothko para el Hotel Seagrams con el fin de causar náusea mientras se pagaba una cena de 5,000 dólares, o muy interesantes, como los performances de Hermann Nitsch del Activismo Vienés comparando rituales cristianos y paganos. Y dado que las películas han tomado el lugar de otras artes para obtener de los espectadores emociones más profundas debido a las condiciones de inmersión: más sentidos involucrados y una atmósfera oscura -y además, encarémoslo, estamos como anestesiados viendo violencia todo el día-, diría yo que Begotten (1990) es una de los más perturbadores filmes de todos los tiempos. Aquí el Apocalipsis ya no importa, el mismo Dios se da por vencido, y ese es el terror último. Estamos por nuestra cuenta.


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